Cuanto cuesta morir (Quanto costa morire)
1968
Italia/Francia
Director: Sergio Merolle
Guión: Biagio Proietti,
Fotografía: Benito Frattari
Música: Francesco De Masi
Reparto:
Andrea Giordana, John Ireland, Bruno Corazzari, Raymond Pellegrin, Sergio Scarchilli, Claudio Scarchilli, Giovanni Petrucci, Fulvio Pellegrino, Mireille Granelli, Ruggero Cressa, Betsy Bell, Giuseppe Altamura.
SINOPSIS: Scaife, Ralph y su grupo de cuatreros tras asesinar a unos cowboys y adueñarse de su ganado buscan refugiarse del crudo invierno en un pueblo. El sheriff del mismo, antiguo amigo de Ralph, ante los posibles desmanes de los pistoleros decide hacerles frente junto con un pequeño grupo entre los que se encuentra Tony, su hijo adoptivo y verdadero vástago de Ralph. Tras asesinar al sheriff, Scaife someterá a los acobardados habitantes a todo tipo de humillaciones y vejaciones, pero Tony escapará y se convertirá, con el apoyo de Ralph, en el necesario líder que dirigirá la revuelta contra Scaife.
Este spaghetti realizado en régimen de coproducción entre Francia e Italia supuso la única incursión tras la cámara de Sergio Merolle, un profesional vinculado a las labores de producción (“La batalla de Argel”, “Dos menos uno tres”, “Queimada”) y, constituye, para mí, un claro ejemplo de cómo el talento y la imaginación a veces se sobreponen a la falta de presupuesto. Para ello, junto con el prácticamente también debutante guionista Biagio Proietti, concibió un western de atmósfera claustrofóbica (ya que, a modo de un microcosmos, toda la acción se desarrolla prácticamente en el pueblo y sus alrededores, en los que se encuentran atrapados por el invierno los cuatreros y los habitantes del mismo) y trágica, que constituye un claro antecedente de la obra maestra de Sergio Corbucci, “El gran silencio” (ambos filmes se rodaron el mismo año pero, por lo que he leído, éste fue estrenado en septiembre y el de Corbucci en noviembre) no sólo por la atípica geografía para el spaghetti en la que tiene lugar la historia (los nevados parajes del Parque Nacional de los Abruzzo) sino también por el halo dramático y pesimista del film y por el personaje del malvado Scaife que, por su brutalidad y sadismo, remite necesariamente al de Tigrero interpretado por Kinski.
El filme cuenta con una doble lectura:
Más superficial como un western basado en el enfrentamiento de unos cuatreros con los pacíficos habitantes de un pueblo.
Más profunda e interesante ya que la historia puede entenderse como una crítica a los totalitarismos sufridos recientemente en Europa, como el nazismo (cuya cara más terrible fueron los lager) o con el poco conocido genocidio del campesinado ucraniano perpetrado por Stalin en la década de los treinta del siglo XX. Así el personaje de Scaife constituiría una metáfora de estos grandes dictadores (afirmará en un momento dado que “Los que se resisten son un problema técnico que acabo matando”) ya que a través del poder obtenido mediante la fuerza, la violencia y el miedo (practicará ejecuciones sumarísimas y públicas con una clara finalidad ejemplarizante) esclavizará a la población, sometiéndola a todo tipo de vejaciones y trabajos forzados a través de los cuales perderán, además de su libertad, su dignidad y su propia condición de seres humanos, por lo que a partir de ese momento, y al igual que las bestias, sólo sobrevivirán los útiles (Scaife en un momento dado llega a afirmar “Este pueblo es mío. Me pagaréis y viviréis sólo porque os necesito”).
Esta segunda lectura le sirve al director también para reflexionar sobre la violencia y su uso justificado en determinadas circunstancias, puesto que la libertad no nos es dada sino que hay que conquistarla y el precio a pagar por ella puede ser muy caro. El problema es que nos presenta una visión pesimista del ser humano caracterizado por su cobardía y su estulticia que le lleva a aceptar situaciones aberrantes y a ser incapaz de enfrentarse contra los que le tiranizan, de ahí la importancia de los líderes, en este caso encarnado por Tony, individuos llamados a dirigir la resistencia contra la opresión y a liberar a la comunidad sometida. Pero no sólo el fondo del western es muy interesante sino que formalmente es una película muy cuidada, lo que se aprecia en los distintos planos y secuencias, algunas de ellas magníficas por su sutileza (aquella en la que con sólo una mirada Scaife se da cuenta de la existencia de una antigua relación entre Ralph y el sheriff), por su concisión (el duelo final entre los dos maduros pistoleros es espléndido y rodado de forma breve al estilo clásico; ya que el director, frente a tanto enfrentamiento cansino imitador de los rodados por Leone con abundantes planos cortos de caras, colts, ojos y manos mientras suena un tema que enfatiza la acción, sólo necesita de dos planos que en perspectiva enfocan a los contendientes), por su inusual, para este género, poesía (preciosa la escena de la despedida entre el sheriff y su hijo adoptivo con la cámara paseándose y enfocando la estancia vacía), por su planificación (el excelente y realista tiroteo final) o por su inesperada violencia (el western arranca con una gran secuencia muda en la que un individuo se acerca a cuatro cowboys, desmonta del caballo, se quita despacio un guante y, sin mediar palabra, los acribilla a balazos).
Otros elementos muy positivos son la labor de Benito Frattari que no sólo saca gran partido a los espectaculares exteriores nevados bellamente fotografiados sino que hace un gran trabajo en la iluminación de los interiores, destacando algunos preciosos planos a contraluz; y la magnífica banda sonora de Francesco de Massi con un estupendo y triste tema principal, “Who is that man?”, cantado por Raoul que, con diversas variaciones, se repite aumentando la carga dramática del film.
Por lo que respecta a los actores, la película está protagonizada por Andrea Giordana (un actor que se prodigó poco en este subgénero pero, por lo que estoy viendo, parecía escoger muy bien sus filmes ya que también protagonizó la estupenda “Johnny el Vengador” y “El desesperado”, película que no he visto pero de la que tengo muy buenas referencias) que da vida a Tony, el necesario líder de la revuelta, y da la réplica perfectamente a John Ireland (veterano y sólido actor de Hollywood con películas en su haber tan destacadas como “Río Rojo”, “El político”, “Duelo de titanes” o “Espartaco”) que en esta ocasión encarna a Ralph, el verdadero padre de Tony, un individuo que superado por las circunstancias se convirtió en un pistolero y arrastra toda la amargura de esta situación por lo que intentará redimirse adiestrando en el manejo de las armas a su hijo para que acabe con Scaife, pero al mismo tiempo teme que Tony se convierta en lo que es él, un sanguinario pistolero, por lo que intentará que se olvide de sentimientos como la venganza ya que, en sus propias palabras, “La venganza no sirve. Termina siempre con la muerte”, con el objeto de que se convierta en el hombre que los habitantes del pueblo necesitan para liberarse de la tiranía y sólo con ese fin utilice la violencia. Junto a ellos, un gran Raymond Pellegrin hace una estupenda composición como el humanista (para él “Los hombres deben ayudarse”) y trágico sheriff que decide enfrentarse a Scaife aunque sabe que este hecho supondrá su muerte (extraordinaria la dramática escena en la que Scaife obliga a los habitantes del pueblo a ver su agonía) y Bruno Corazzani sobresaliente como Scaife, uno de los grandes malos de este subgénero, un ser amoral, cruel, sanguinario y violento que convierte su palabra en ley y se sirve de los hombres como si fueran animales esclavizándolos mediante la utilización de la fuerza.
En cuanto a los aspectos negativos, muy pocos para mí, destacaría algún error de raccord (el ataque del pequeño grupo del sheriff a los hombres de Scaife es nocturno pero cuando éste persigue a aquél se ha hecho milagrosamente de día) o la aparición de personajes desaprovechados, como la hija del sheriff, que creo tenían una gran potencialidad dramática pero desaparece a mitad de la película.
Como curiosidad comentaros que la canción del film es la misma que aparece en “Dos cruces en Danger Pass”.
En definitiva un poco conocido, excelente, sombrío, realista (las peleas, por ejemplo, están muy bien rodadas y no se alargan en exceso) y amargo spaghetti a reivindicar, y que todo aficionado a este subgénero creo que debería ver.
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