Por mil dólares al dia (Per mille dollari al giorno)
1966
España/Italia
Director: Silvio Amadio
Guión: Silvio Amadio, Tito Carpi, Luciano Gregoretti
Fotografía: Joe D'Amato, Mario Pacheco
Música: Gino Peguri
Reparto:
Zachary Hatcher, Mimmo Palmara, Pier Angeli, José Calvo, Rubén Rojo, Mirko Ellis, Manuel Gil, Tom Felleghy, Nando Angelini, Corrado Annicelli, Enrique Avila, Maria Burgo, Angel Mendez, Victoria Salcedo, Gabriella Schettini, Bruno Scipioni, Manuel Clark
Esta coproducción hispano-italiana de 1966 fue la única incursión en el spaghetti de Silvio Amadio, director italiano que terminó firmando productos para la estrella erótica de los setenta Gloria Guida (“Pecados de juventud”, “Il medico…la studantessa”), y que en esta ocasión toma como modelo para la realización de la película a los westerns norteamericanos, aunque viendo el resultado y la pobreza de medios creo que ni tan siquiera se puede hablar de serie b para calificar el largometraje. Los padres de Scott Baker son asesinados por los hermanos Clark ante la negativa a venderles su propiedad, fundamental para el trazado del ferrocarril. Scott, tras ser instruido durante un año en el manejo de las armas de fuego, volverá al pueblo de sus padres convertido en un pistolero para acabar con los tres hermanos que les asesinaron.
El film remite a “Por un puñado de dólares” tanto en el título (el hecho es evidente) como en el desarrollo de la historia, ya que el protagonista elabora un plan para conseguir su objetivo, en este caso acabar con los asesinos de sus padres, tendente a ganarse la confianza de los asesinos de éstos, integrándose en su banda y ofreciéndose como guardaespaldas a cambio de mil dólares al día, para ir acabando con ellos poco a poco.
Nos encontramos, por tanto, ante la típica historia de venganza que tiene tanto un comienzo prometedor ya que nuestro antihéroe no es un experto en el manejo de las armas por lo que, como en “Manos torpes” dirigida con mayor acierto por Rafael Romero Marchent en 1970, buscará la ayuda de un experto, en este caso un mejicano paralítico, que le adiestrará en, para mí, la mejor parte de la película, como algún aspecto interesante, sobre todo el plan urdido en el que inicialmente jugará con la psicología de los asesinos anunciándoles su futura muerte, pero pronto todo se echa a perder tanto por la dirección carente de ritmo, descuidada y casi impropia de un profesional que da lugar a escenas fallidas y torpemente rodadas como la del ataque de los indios; como por el guión, obra del propio director junto con el habitual de este subgénero Tito Carpi y el mucho menos prolífico Luciano Gregoretti, quienes no supieron o no quisieron desarrollar este aspecto y parece que prefirieron escribir un libreto cargado de tópicos.
Al final resulta un pastiche en el que todo vale, incluido la aparición de unos indios que se han escapado de la reserva y que, lógicamente, atacan a nuestro antihéroe y al sheriff cuando llevaban a unos de los hermanos Clark para ser juzgado en una ciudad cercana, la típica escena de juicio de una simpleza que sonroja o la no menos tópica historia de amor frustrada que intenta, sin conseguirlo, dotar de una mayor profundidad y trascendencia a la película recurriendo al socorrido tema de la soledad y la maldición del pistolero pero cuyo resultado es varias escenas fallidas, ridículas y que quedan bastante falsas en las que, además, debemos soportar un lenguaje un tanto grandilocuente con frases del tipo de “Soy una mujer llena de amor por ti, prisionera de este odio” que suenan bastante grotescas. Y a todo esto hay que añadir que el guión parte de una premisa que requiere de la complicidad del espectador ya que al protagonista en su vuelta al pueblo sólo le reconocen su antigua novia y el hermano de ésta, a la sazón el sheriff de Stonerill. Hombre que Scott sólo ha estado un año fuera y no era un niño cuando se fue.
Como aspectos positivos, muy pocos para mí, creo que hay que señalar el tema principal compuesto por Gino Peguri y cantado por Bobby Solo con claras reminiscencias a otras composiciones clásicas del western norteamericano. La verdad es que no me explico cómo se pudo contar en un proyecto como éste con un cantante que en ese momento gozaba de gran popularidad (fue incluso comparado con Elvis Presley). En cambio, el resto de la banda sonora me ha parecido muy floja.
También es destacable la interpretación de José Calvo (uno de esos grandes secundarios del cine español no siempre suficientemente valorados) que hace una composición plena de naturalidad como Carranza un mejicano entrañable y paralítico pero auténtico maestro en el uso de las armas, que le enseñará todo lo que sabe de las mismas y de cómo debe vivir un pistolero a un inexperto Scott.
Desgraciadamente no puedo decir lo mismo del resto del reparto, ya que el protagonista, un tal Zachary Hatcher, es de los peores actores que he visto en el spaghetti. Junto a él, un inexpresivo Mimmo Palmara, uno de esos actores que cambió las sandalias y las espadas por el colt y el sombrero, dando vida a Steve el honesto sheriff de Stonerill y amigo de los padres de Scott; el argentino Rubén Rojo, en su debut en este subgénero, que, para compensar, lleva a cabo una actuación bastante histriónica como Jason Clark; Mirko Ellis, otro actor con experiencia en el péplum, en el rol de Wayne Clark y una angelical Pier Angeli (actriz italiana con una corta carrera en Hollywood siendo la coprotagonista de “Marcado por el odio”, gran melodrama de Robert Wise ambientado en el mundo del boxeo con Paul Newman, y que terminaría suicidándose) en plena decadencia como la sufrida novia de Scott y hermana del sheriff que intenta, sin conseguirlo, llevar a aquél por el buen camino.
En definitiva un flojísimo spaghetti que resulta muy aburrido (ni tan siquiera los tiroteos consiguen ser entretenidos) y que creo es sólo apto para los muy interesados en este subgénero.
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