jueves

UN HOMBRE, UN CABALLO, UN COLT


Un hombre, un caballo, un colt (Un uomo, un cavallo, una pistola)
1967
Italia/Alemania/Usa
Director: Luigi Vanzi
Guión: Tony Anthony, Bob Ensescalle, Giuseppe Mangione
Fotografía: Marcello Masciocchi
Música: Stelvio Cipriani

Reparto:
Tony Anthony, Dan Vadis, Daniele Vargas, Marco Guglielmi, Jill Banner, Marina Berti, Raf Baldassarre, Mario Novelli, Ettore Manni, Giuseppe Addobbati, Fortunato Arena, Silvana Bacci, William Conroy, Arturo Danesi, Antonio Danesi, Mario Dionisi, Silvana Catenacci, Renato Mambor, Filippo Antonelli, Arnaldo Mangolini, Fred Coplan, Franco Scala, Roberto Chiappa, Silvana Fiorini, Asaynoa Runachagua, Mario Castrichelli, Bruno Arié, Luciano Catenacci.

SINOPSIS:
El Extranjero en esta ocasión topará con la famosa banda conocida como “El tesoro de la frontera”, llamada así al haberse puesto precio a la totalidad de sus miembros por 10.000 dólares, que se ha apoderado, tras matar a todos sus ocupantes, de una diligencia cubierta de oro; por lo que decidirá enfrentarse a la banda con el objeto de cobrar la recompensa que ofrecen por ellos, además de apropiarse de la diligencia, para lo que contara con la ayuda de un peculiar predicador.

Coproducción italo-germano-estadounidense de 1967 también conocida como “The Stranger returns”, segunda película sobre el personaje del Extranjero realizada como consecuencia de la acogida muy favorable, sobre todo en los EEUU, de “Un dólar entre los dientes”, por lo que se contó con un mayor presupuesto gracias a la implicación de tres compañías, entre las que se encontraba la Primex Italiana (pequeña productora responsable a principios de los setenta de varios notables poliziescos como “La policia agradece” dirigida en 1972 por Steno o “Corrupción de menores” realizada por Massimo Dallamano dos años después), y en la que se contó, básicamente, con el mismo equipo que en la primera: el actor principal, con Tony Anthony dando vida de nuevo al personaje además de implicarse en el guión del film; el director Luigi Vanzi, de nuevo bajo el seudónimo de Vance Lewis, que realiza un trabajo más convencional; o el director de fotografía, elemento clave en la primera película, Marcello Masciochi.

El largometraje respeta el esquema y los temas de la primera película de la trilogía, así nos encontramos con un botín codiciado por unos forajidos, la presencia del ejército en un poblado fronterizo, la tortura al antihéroe, las traiciones (en este caso representadas en un integrante del grupo) y el posterior enfrentamiento, menos conseguido y espectacular que el del filme anterior, del Extranjero con los miembros de la banda a los que va aniquilando con una recortada, aunque en esta ocasión la escopeta cuenta con cuatro cañones. Es decir nos volvemos a encontrar con una historia presidida por la avaricia, la deslealtad y la venganza. Pero, al mismo tiempo, presenta notables diferencias con su antecesor
En primer lugar cuenta con un presupuesto más holgado, hecho que se aprecia tanto en las localizaciones (más abundantes que en su antecesora), como en la ambientación y en el reparto, con un incremento apreciable de los personajes.

En segundo lugar frente a la minimalista banda sonora de su predecesora, la compuesta en esta ocasión por Stelvio Cipriani, quien repetiría en el tercer film de la trilogía y volvería a colaborar con Anthony, entre otras, en “El justiciero ciego” (película ya comentada en este blog) se caracteriza por su variedad y riqueza. Así cuenta con un notable tema principal con claras influencias de las composiciones de Morricone, además de otro interesante pero que se utiliza sin ninguna finalidad dramática y de forma repetitiva (sobre todo en la escena de la tortura del antihéroe). También se escucha otra composición de influencia mejicana y, como en la primera película en un claro guiño a “Por un puñado de dólares”, una especie de silbido con el que se identifica al protagonista.

Por otra parte se introducen elementos humorísticos a través fundamentalmente de la figura del predicador o en determinadas escenas como aquella en la que le obligan a “El Extranjero” a cavar dos tumbas, lográndose, para mi gusto, una correcta dosificación de estas secuencias cómicas. Además consiguen no llegar al esperpento y a la chabacanería de otras producciones posteriores de Anthony como “El justiciero ciego” y, sobre todo, la delirante “Get Mean” (filme que cuenta con su correspondiente reseña). Por último, también se produce un importante aumento de los diálogos entre los personajes.

Pero todas estas virtudes, para mí, quedan bastante desdibujadas ante el hecho de que en esta segunda parte se pierde parte de la frescura, atmósfera sombría y malsana y, básicamente, capacidad de síntesis de la primera, con un trabajo del director menos original. Así nos vamos a topar con escenas que no aportan nada al filme, como la extraña, por surrealista, secuencia inicial en la que vemos al protagonista a lomos de su caballo en medio del desierto portando un parasol rosa, en lo que no sé si será un pequeño homenaje a aquella de “El bueno, el feo y el malo” en la que Elli Wallach también llevaba un quitasol mientras Eastwood se achicharraba, o la escena en la que el jefe de la banda dispara sobre una mejicana para quitarle el vestido de tirantes, sin que sepamos nada sobre el destino de la mujer ya que no vuelve a salir en la película; otras que, para mi gusto, se alargan en exceso mientras suena de forma repetitiva y machacona uno de los temas musicales, como la ya comentada de la tortura al protagonista, para la que los bandidos se sirven de una de las diligencias; y algunas sin sentido, como aquella en la que, en medio del tiroteo final, uno de los forajidos ve comida y tranquilamente se pone a devorarla y, claro, es pillado por “El Extranjero”, quien, en una decisión muy lógica, se siente en la mesa con el pistolero con el objeto de probar los manjares.


Por lo que respecta al elenco actoral, Tony Anthony vuelve a encarnar, mostrando para mí sus carencias interpretativas, al Extranjero, un individuo del que en esta película tenemos más información; así junto a su vulnerabilidad (se deja zarandear por el jefe de la banda) y su astucia, ambos rasgos ya apuntados en el primer largometraje, conoceremos su falta de habilidad manual (es incapaz de liarse un pitillo correctamente), su infalibilidad con el revólver (creo que en la primera no llegaba a desenfundarlo) o su generosidad (le cede la recompensa obtenida por la captura de los miembros de “El tesoro de la frontera” al predicador).

Marco Gugliemi, actor al que volveríamos a ver en “Bandidos” como uno de los miembros de la banda de Billy Kane y en “Corre Cuchillo…corre” como un asesor francés (ambas películas ya comentadas) se hace cargo del papel del predicador, un estrafalario charlatán que protagoniza algunas escenas cómicas y que como personaje no me pareció muy convincente, ya que aparece y desaparece a gusto de los guionistas y porta una serie de objetos, como la famosa escopeta de cuatro cañones o una especie de cohetes, que le restan credibilidad.

Daniele Vargas, sin duda para mí el mejor intérprete de todos, encarna convincentemente al oficial postal que en un giro de guión nos dará una pequeña sorpresa. Dan Vadis (uno de esos hercúleos actores, como Steve Reeves o Gordon Mitchell, habituales de la famosa Playa del Músculo, que formaría parte de la trouppe de Mae West para, posteriormente, probar suerte en Europa en el pujante “peplum” y, tras la decadencia de este subgénero, en el spaghetti aunque sin demasiada fortuna), da vida, como ya le ocurrió en “El hombre del Sur” (también reseñada en el blog), con su hieratismo habitual a En Plein el malévolo jefe de la banda de forajidos. Como miembros de la misma aparecen Raf Baldaserre, habitual en los filmes de Anthony, en un papel de pistolero con alguna deficiencia mental que siempre está riendo, y un casi irreconocible Mario Novelli en el papel de Austin, un maniaco sexual. El reparto se completa con la presencia casi testimonial de una madura Marina Berti, la inolvidable esclava enamorada de Petronio en “¿Quo Vadis?”, en el rol de Ethel, la mujer del oficial postal, y Ettore Manni, otro actor con amplia experiencia en el cine de sandalias y espadas, como el teniente Stafford.

En resumen un aceptable y entretenido spaghetti que, comparándolo con el primero de la trilogía, creo cuestiona el hecho de que un mayor presupuesto dé como resultado una mejor película.

TONY ANTHONY

Actor, guionista, productor y director estadounidense (1937 Virginia) de origen italiano cuyo verdadero nombre es Roger Pettito. Tras estudiar en la Universidad de Carnegile Mellon en Pittsburg pronto se interesó por el mundo del cine en todos sus aspectos. Así su debut se produjo en el largometraje dirigido en 1966 por su amigo Saul Swimmer “Force of impulse”, una película independiente sobre el drama de las familias con hijos delincuentes en la que Anthony también participó en el guión y en la producción.

Tras colaborar de nuevo con Swimmer en su segundo proyecto “Without each other” en 1962 (ambos escribieron el guión, Swimmer lo dirigió y Anthony fue el actor principal) y aparecer en una coproducción dirigida por George Sherman, decide probar suerte en Italia donde rueda tres comedias hasta que gracias a la amistad de Swimmer con Allen Klein (manager de The Beatles) pudo poner en pie “Un dólar entre los dientes”, spaghetti de gran éxito (se lanzó en los EEUU por la MGM como rival de Eastwood y su hombre sin nombre cuyos derechos los poseía la United Artist) que dio lugar a una peculiar trilogía dirigida por Luigi Vanzi, en la que participó como protagonista en el rol de un pistolero denominado The stranger (personaje que más tarde retomaría en la delirante “Get Mean”, también producida por él), además de colaborar en los guiones de las dos últimas y coproducir la tercera.

Hombre inquieto, fruto de sus programas de investigación y desarrollo de la tecnología del cine fueron varios avances en cuanto a objetivos y a cámaras de pantalla ancha, lo que le permitió rodar en 1981 el film en 3D “Yendo hacia ti” realizada por Ferdinando Baldi (que ya le había dirigido en “Blindman”, con Ringo Starr en un papel destacado, y en la citada “Get Mean”) y en la que también participó su amigo Gene Quintano como coprotagonista, coproductor y coguionista.
Su última película como protagonista fue otro film en 3D, en este caso de aventuras, “El tesoro de las cuatro coronas” en la que volvió a contar con Baldi (director), Quintano (actor, guionista y productor) y Lloyd Battista (guionista, que había participado en los libretos de cuatro de sus westerns).

A partir de ese momento se retirará del cine y sólo participará de forma esporádica como productor en proyectos de sus amigos Gene Quintano (“Una espía en mi alcoba” y “Un dólar por los muertos” que constituyó, por la falta de respuesta en taquilla, un intento fracasado de hacer varios westerns coproducidos entre España y los EEUU) y Mark Damon (“Orquídea salvaje”).

Filmografía en SW:

1966- Un dólar entre los dientes
1967- Un hombre, un caballo, un colt
1968- El forastero silencioso
1971- El justiciero ciego (Blindman)
1976- Con el sol en los ojos y la pistola en la mano (Get Mean)
1981- Yendo hacia ti (Comin’ at ya!)



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