Persecución mortal (Il venditore di morte)
Italia
1971
Director: Enzo Gicca Palli (Vincent Thomas)
Guión: Enzo Gicca Palli
Fotografía: Franco Villa
Música: Mario Migliardi
Reparto:
Gianni Garko, Klaus Kinski, Gely Genka, Franco Abbiana, Luciano Pigozzi, Giancarlo Prete, Luciano Catenacci, Luigi Castellato, Franca de Stratis, Laura Gianoli, Andrea Scotti, Giuseppe Castellano, Alfredo Rizzo, Gualtiero Rispoli, Paolo Magalotti, Bruno Ukmar, Osiride Pevarello, Pietro Torisi
Spaghetti cuyo título original es “Il venditore di morte” dirigido en 1971 por Gicca Palli, bajo el seudónimo de Vicent Thomas, que sólo dirigió cinco películas hecho que no me extraña viendo el resultado obtenido con ésta, que es una clara muestra, para mí, de la decadencia del eurowestern con introducción, por influencia del éxito de la saga de Trinidad, de elementos humorísticos de escaso gusto (hay una escena en la que la cámara enfoca al trasero de la protagonista como si se tratara de la típica comedia erótica setentera protagonizada, por ejemplo, por Edwige Fenech).
El film trata sobre unos individuos que, con la cara tapada, asaltan el salón de un pueblo y matan a una de las “bailarinas”. De este hecho se culpará a un famoso y odiado pistolero, Chester. Pero un abogado, que nadie sabe de dónde ha salido y por qué se toma tantas molestias por un ser despreciable, está convencido de su inocencia y con ayuda de la encargada del saloon, que odia a muerte a Chester pero quiere hacer justicia, contrata a Silver, una especie de investigador privado del siglo XIX, para que descubra al verdadero asesino.
Nos encontramos ante un auténtico disparate de guión obra del propio Gicca Palli que no se sostiene por ningún lado, mezcla elementos propios de una película de suspense (el film se abre con el asesinato de una muchacha, quizás la mejor escena aunque no sea nada del otro mundo, en el que se utiliza la cámara subjetiva para que no sepamos la identidad del asesino aunque casi desde el primer momento se intuye ésta), comedia (la escena del juicio es una auténtica astracanada con el abogado haciendo el payaso) y western (poquito la verdad) y que carece de una mínima progresión dramática en la historia y del suspense que requería un spaghetti de estas características.
Así nos encontramos con un film sin ritmo en la que se van sucediendo una serie de escenas a veces insustanciales, otras grotescas (Silver y el sheriff tienen rodeado al asesino en una cuadra y de repente los habitantes del pueblo los detienen ante el temor de que prendan fuego al edificio) y en alguna ocasión sin el más mínimo sentido como las dos peleas que protagonizan en el río unos mineros que no vuelven a salir en toda la película, con un asesino campando por sus anchas por el pueblo (parece que tiene el don de la ubicuidad) y matando a todo aquel que le estorba ante la torpeza continua de los vecinos (entre los que se encuentra una galería curiosa: el juez corrupto, el ayudante del sheriff estúpido, el sacerdote loco, las mujeres defensoras de la moral y las buenas costumbres) y del propio ayudante del sheriff que la tiene tomada con el protagonista aunque no se sabe muy bien la razón, y con una resolución pueril de la doble trama (el asesinato cometido en la primera escena y el de la chica del saloon). Ah sí, se me olvidaba, también encuentran un diario de la bailarina asesinada, con lo que se pretende justificar la actuación de alguno de los personajes y que sirve de pretexto para presentarnos una subasta en la que se pretende conocer al asesino por el interés que muestre en el diario, y digo yo ¿No hubiera sido más fácil leerlo y enterarse de las relaciones que mantenía su dueña?
La ambientación de la película está casi al mismo nivel del guión y la dirección y cuenta con escasas localizaciones (claro ejemplo de la falta de presupuesto del film). Así la historia se desarrolla tan sólo en un pueblo que he visto en múltiples ocasiones (por ejemplo creo recordar en “Ciakmull” y en “El puro..”) y que me pareció que quedaba bastante falso, sobre todo en las escenas nocturnas quizás por el uso de una iluminación demasiado teatral. También hay una secuencia en la casa de Silver que parece el típico chalet a orillas del Mediterráneo aunque sólo se ve parcialmente, supongo que para no dar demasiado el cante. A esto hay que añadir el vestuario de la protagonista que luce dos conjuntos con pantalón, en una ocasión haciendo juego con un chaleco y en la otra con una chaqueta, y un peinado típicos de los años setenta.
Y para terminar nos encontramos con una flojísima banda sonora de Mario Migliardi compuesta por un tema principal con un único estribillo que se repite hasta el aburrimiento, otro tema flojísimo de corte humorístico y un tercero de influencia mejicana.
Lo único salvable de la película creo que es el personaje de Silver un pistolero que se caracteriza por su dandismo y por el empleo de ciertos gadgets (suena ¿verdad?) que está bastante bien interpretado por Gianni Garko al aportarle un cierto toque irónico. Por el contrario, a Klaus Kinski, ese mismo año rodaría seis spaghettis más, su personaje de Chester, acusado injustamente del asesinato de la “bailarina”, le sirve como pretexto para llevar a cabo su típica actuación histriónica y para mostrar toda su galería de muecas y gestos. Del resto de los actores reconocí a Franco Abbiana (en su último papel para el cine) como el abogado y a Giancarlo Prete (al año siguiente rodaría “Tedeum”) como el sacerdote, ambos bastante sobreactuados.
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