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UNA CUERDA, UN COLT


Una cuerda, un colt (Une corde, un Colt)
1969
Italia/Francia
Director: Robert Hossein
Guión: Claude Desailly, Robert Hossein
Fotografía: Henri Persin
Música: Andre Hossein

Reparto: Robert Hossein, Michéle Mercier, Anne-Marie Balin, Daniele Vargas, Guido Lollobrigida, Serge Marquand, Pierre Colett, Chris Huerta, Michel Lemoine, Philippe Baronnet, Pierre Hatet, Angel Alvarez, Benito Stefanelli, Charly Bravo, Ivano Staccioli, Antonio Molino Rojo, Jose Canalejas, Lorenzo Robledo, Beatrice Altariba, Maria Gustafson, Simón Arriaga, Alvaro de Luna

Original spaghetti western dirigido en 1969 por el francés Robert Hossein, que se reservó el papel de protagonista, en régimen de coproducción entre Italia y Francia.
Los Rogers, unos ricos terratenientes de la región, ahorcan a Ben Caine delante de su mujer, María. Ésta contactará con Manuel, un letal pistolero que fue su antiguo amante, para llevar a cabo su venganza, que incluirá el rapto y posterior violación por parte de los cuñados de María de Johanna, la hija de Will Rogers.

Se trata de una película tan desmitificadora o más del lejano oeste que las realizadas por su amigo, al que dedica la misma, Sergio Leone, al presentarnos una tierra caracterizada por su brutalidad (sensacional la escena inicial en el que un grupo de vaqueros persiguen a un individuo herido, lo atrapan y delante de su mujer lo ahorcan) y su cotidiana violencia, y en la que no cabe lugar a la visión romántica que de ella hicieron los clásicos estadounidenses. Así nos va a describir un entorno físico y moral caracterizado por su sordidez y habitado por unos personajes crueles y despiadados a lo que no les importa alcanzar las más altas cotas de degradación moral con el fin de conseguir sus objetivos. Sólo el protagonista, el pistolero Manuel, a través de sus tristes miradas parece darnos a entender que no comparte los planes y acciones de María (sobre todo en relación con el secuestro y posterior violación de la hija de Will Rogers), pero su amor por ella le lleva a no actuar a favor de Johanna Rogers, convirtiéndose tanto en una víctima más como en un verdugo que deberá expiar sus pecados (maravillosa la escena final). De hecho, cuando María acude a él al principio de la película, le dirá una frase que será profética y que resume el espíritu del film: “La venganza es una planta maldita que da frutos amargos para todos”.

La película cuenta con un notable guión del propio Hossein, del que fuera maestro del giallo Dario Argento y de Claude Desailly (habitual colaborador de Robert y creador de la famosa serie de televisión “Las brigadas del Tigre”) que presenta ciertas similitudes con la gran novela negra “No hay orquídeas para miss Blandish” de James Hadley Chase, en la que una familia de gángsters, para llevar a cabo su plan, raptaban a una joven que se convertía en la víctima inocente al sufrir en su persona las consecuencias de la vileza de sus raptores; rapto que, como ocurre en la película, se convertía en el detonante de la historia.

El film está además contado de forma original por Hossein, realmente parece un ejercicio de estilo, sustituyéndose en gran parte del metraje los diálogos (que se reducen a la mínima expresión) por los silencios y las melancólicas miradas de los personajes (sobre todo las de los dos protagonistas), por las bellísimas imágenes que hablan por sí solas y por la acertada banda sonora de André Hossein (creo que era el padre del director) que cuenta con varios temas realmente buenos, sobre todo uno, de gran belleza, con protagonismo de la guitarra que acentúa el tono amargo del spaghetti. También destacan la preciosista fotografía de Henri Persin (el desierto de Almería está bellísimamente fotografiado) que ya había colaborado en otros proyectos de Hossein y una extraordinaria labor de ambientación, en la que sobresale, sin lugar a dudas, el pueblo fantasma

En cuanto a los actores, creo que se merecen una mención especial los dos protagonistas. Robert Hossein hace una gran composición como el letal pistolero Manuel, sustituyendo, como ya dije antes, en muchas escenas de la cinta su mirada lacónica por las palabras. Un hombre que interiormente está tan muerto como el pueblo fantasma en el que habita y que aceptará formar parte del proyecto de María por su amor hacia ella aunque eso suponga sentirse culpable por participar de un plan aberrante. Por otra parte nos encontramos con una gran Michèle Mercier en el papel de María Caine una mujer fría y dura que antepone su deseo de venganza a cualquier otro tipo de consideración moral y que no duda en sacrificar a una inocente para conseguir sus objetivo; al igual que Hossein se muestra capaz con tan sólo una mirada de reflejar múltiples sentimientos. Además su papel, a diferencia de los reservados para las mujeres en el spaghetti, tiene una gran transcendencia ya que toda la acción de la película gira en torno a sus decisiones, convirtiéndose en el elemento catalizador de la misma. Junto a ellos nos encontramos con unos correctos Daniele Vargas en el papel de Will Rogers, el rico e implacable terrateniente que controla junto a sus tres hijos el territorio (incluso el sheriff se comporta como un empleado suyo) y que se convertirá en el objeto de la venganza de María; Guido Lollobrigida en el rol de uno de los hermanos de Ben Caine y Serge Marquand como uno de los hijos de Will.

En definitiva una dura, triste, desoladora y melancólica película rodada con un ritmo pausado, bastante diferente a la mayoría de los spaghettis que he visto hasta ahora y que me ha gustado mucho, aunque creo que puede sorprender a los que busquen la ligereza narrativa y la ausencia de connotaciones morales propias de este subgénero.

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