sábado

ENTRE DIOS Y EL DIABLO


Entre Dios y el Diablo (Anche nel west c'era una volta Dio)
1968
Director: Marino Girolami
Guión: Tito Carpi, Manuel Martinez Remis, Amedeo Sollazo, Marino Girolami
Fotografía: Pablo Ripoll, Alberto Fusi
Música: Pablo Ripoll, Alberto Fusi
Reparto:
Gilbert Roland, Richard Harrison, Ennio Girolami, Roberto Camardiel, Humberto Sempere, Raf Baldassarre, Dominique Boschero, Folco Lulli, Rocco Lerro, Gonzalo Esquirez, José Luis Lluch, Mirella Panfili, Luis Barboo, Xan das Bolas, Enzo G. Castellari, José Maria Ecenarro, Rafael de la Rosa, José Sacristan, José Sanchez.

SINOPSIS: A la taberna “El Sol” regentada por Pink, tío del joven Tommy, llega un misterioso forastero, llamado Bob Ford, al que persigue una banda de forajidos capitaneada por Butch. Bob antes de fallecer revela al joven la existencia de un tesoro en Sierra Blanca. Tras ser asaltada la taberna por los hombres de Butch, Tommy y su tío ayudados por un enigmático explorador, Juan Chasquido, y un sacerdote intentarán recuperar el tesoro escondido para lo que no sólo tendrán que enfrentarse a los hombres de Butch sino también a sus propias debilidades.

Dentro de los numerosos westerns que se hicieron en Europa hay un pequeño grupo caracterizado por adaptar, con mayor o menor fortuna, obras literarias, bien novelas de aventuras como es el caso de “Los profesionales del oro” basada en “El tesoro de Sierra Madre” escrita por Bertran Tavern, “Cuatro dólares de venganza” que presenta grandes similitudes con la monumental novela de Alejandro Dumas “El Conde de Montecristo” o "El último mohicano" libre adaptación de la novela homónima escrita por James Fenimore Cooper realizada en el año del debut en este subgénero de Anthony Steffen; bien tragedias, con las que el spaghetti tiene ciertos puntos en común, como es el caso de “Tierra de gigantes” que traslada el mito de Orestes al Far West, de “Fedra West” que como su nombre indica se basa en el mito de Fedra, de varios films que adaptan obras de Shakespeare, tal es el caso de “La furia de Johnny Kid” (“Romeo y Julieta”) y de “Johnny el Vengador” (“Hamlet”) o, incluso, el Don Juan Tenorio de José Zorrilla en “John el Bastardo”.

Pues bien, con esta producción italo-española de 1968 los guionistas (el habitual Tito Carpi junto con Manuel Martínez Remís y Amadeo Sollazo) llevaron al Oeste el clásico del siglo XIX escrito por Robert Louis Stevenson “La isla del tesoro” sustituyendo el ron por whisky, los mares por los paisajes desérticos y pedregosos, los piratas por forajidos y los barcos por las carretas y los caballos. El resultado, aunque la idea en principio puede parecer bastante acertada, no me ha parecido demasiado satisfactorio ya que se trata de una adaptación muy simple de la novela, un relato contado en primera persona por el joven Jim sobre la supervivencia que le servirá para madurar, y en el que se critican la codicia y la ambición del ser humano y se ensalzan virtudes como la lealtad, la camaradería y la renuncia. Características que, en el mejor de los casos, apenas están esbozadas en el film, el cual, además, pierde el halo de misterio de los primeros capítulos de la novela (tan sólo se mantiene éste en alguna secuencia aislada del inicio, más propia del cine gótico), mientras que los personajes que están excepcionalmente caracterizados en la obra literaria apenas están perfilados en la película y el desarrollo de la historia, frente a la agilidad del modelo original, se hace bastante pesado y aburrido.

Para dirigir el spaghetti se contó con Marino Girolami (padre de Enzo G. Castellari, que según los títulos de crédito aparece en la película aunque yo no le reconocí) veterano guionista y realizador con una filmografía de más de setenta largometrajes dirigidos pertenecientes a todos los géneros (comedias, terror, western e, incluso, eróticas) que, también ejerció como productor y, para mí, no consigue dar el tono marcadamente épico y el ritmo vivo que este tipo de películas requiere, además de dirigir la misma de forma impersonal e incluso, en algunos momentos, desganada (son varias las escenas fallidas y carentes de la fuerza dramática que requerían como la del asalto por parte de Butch y sus hombres a la posada “El Sol” que finaliza con un gran incendio, mientras que los tiroteos, especialmente el que mantiene Juan con la banda de Butch, están rodados de forma convencional y carecen de la espectacularidad que solían ofrecer estas películas) y tampoco saber sacar partido a los esplendidos pasajes naturales en donde se desarrolla gran parte de la acción, incluida la vistosa y colorista cueva en la que está enterrado el tesoro. Y a todo ello hay que añadir un montaje un tanto abrupto entre las distintas escenas que no sé si se deberá a posibles cortes que haya sufrido la copia.
Por lo que respecta a la banda sonora que es obra de Carlo Savina, cuenta con un poco inspirado tema principal cantado por Raoul, mientras que los temas incidentales, con predominio de instrumentos electrónicos, órgano y batería, me han parecido horrorosos y muy poco adecuados.

En cuanto a los actores, el film está encabezado por un estupendo Gilbert Roland (actor mejicano que comenzó en el cine mudo e intervino en más de 140 largometrajes y episodios de televisión) que da un cierto empaque a la película como Juan Chasquido (Long John Silver en la novela) un aventurero que porta una funda de hierro en la mano y cuyo comportamiento, aliándose con unos o con otros, está escasamente explicado en el film. Por desgracia, el spaghetti está coprotagonizado por Richard Harrison que interpreta al padre Pat (trasunto del doctor Trelawny en la obra de Stevenson) y muestra sus claras limitaciones como actor, por lo que se produce un clarísimo desequilibrio entre ambos que tampoco ayuda a la película. Además aparecen rostros conocidos como Roberto Camardiel que encarna a Pinky ofreciéndonos su típica actuación de individuo simpático y bonachón como contrapunto cómico a los personajes más serios y Raf Baldasarre como Butch, el jefe de la banda de forajidos que persigue a nuestros héroes; mientras que Tommy, personaje que pierde bastante importancia respecto a la novela y tiene que ver muy poco con el personaje creado por Stevenson, está interpretado por el niño Humberto Sempere.

En definitiva, un flojo spaghetti western que no capta el espíritu de la novela adaptada y además pierde parte de las características más atractivas de las películas de este subgénero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario