martes

BRANDY


Brandy
España/Italia
1964
Director: José Luis Borau
Reparto: Alex Nicol, Robert Hundar, Renzo Palmer, Giuseppe Addobbati, Luis Induni, Antonio Casas, George Rigaud, Natalia Silva, Manuel Ayuso, Paola Barbara, Maite Blasco, Frank Braña, José Canalejas, Vicente Cárdenas, Wilfredo Casado, Alfonso de la Vega, Rafael Bejarano, Jorge del Moral, Pedro Fenollar, Antonio Gradoli, Rafael Hernández, Mark Johnsson, Juan Lizárraga, Victor Bayo, Miguel del Castillo, Pedro Orengo, Giovanni Petrucci, Héctor Quiroga, Alfonso Rojas, Elena Santonja, José Villasante, Antonio Zamora, Maria Ranera
Guión: José Luis Borau (basado en un relato de José Mallorquí)
Fotografía: Manuel Merino, Mario Sbrenna
Música: Riz Ortolani

Coproducción italo-española de 1964 que supuso el debut (hasta ese momento sólo había realizado tres cortometrajes) de José Luis Borau (“Furtivos”, “Hay que matar a B.”), uno de los cineastas más polifacéticos del cine español.
La ciudad de Tombstone vive bajo la extorsión, al más puro estilo mafioso, de sus prohombres (el juez, el alcalde, el banquero, el dueño del saloon) que liderados por Beau obligan a los comerciantes y rancheros a pagar un impuesto para garantizar su protección. Tras ser asesinado el antiguo sheriff (única figura que intentaba contrarrestar la situación), será elegido como nuevo hombre de orden, con la intención de que se convierta en un títere en manos de los poderosos, el borracho del pueblo apodado Brandy; pero éste, inesperadamente, se convertirá en el líder que la población necesitaba para acabar con esta situación enfrentándose a los extorsionadores y acabando con la tiranía.

Nos encontramos ante la típica película de encargo que, en esta ocasión, se mueve dentro de los parámetros del western clásico de bajo presupuesto a través de un eficaz, sencillo, convencional y un tanto estereotipado guión obra del propio director y del exitoso novelista barcelonés Jose Mallorquí (prolífico autor cuyo personaje “El Coyote” había sido llevado a la pantalla grande en la década de los cincuenta por el mayor de los hermanos Marchent y que colaboraría con éste en la elaboración de los guiones de sus películas sobre otro personaje popular, “El Zorro”).

Entre los aspectos que más me han llamado la atención del film destacaría:

La excelente labor en la dirección de Borau (no en vano obtuvo el premio “Antonio Barbero” al mejor director novel concedido por el Círculo de Escritores Cinematográficos de España) que se caracteriza por su elegancia y por un especial cuidado en la planificación y composición de las escenas (a título de ejemplo destacaría la bellísima escena rodada en un solo plano en la que la señora Garrido recoge en una carreta a Steve Turner).

Su cuidada factura técnica. Así el film cuenta con un gran trabajo como director de fotografía de Manuel Merino y, a pesar de su limitado presupuesto, con una estupenda labor de ambientación de la que supongo no es ajena la participación de la Produzioni Europee Associati de Alberto Grimaldi, productor responsable de gran parte de los mejores spaghetti westerns (“Antes llega la muerte”, “La muerte tenía un precio”, “El bueno, el feo y el malo”, “El halcón y la presa”, “Cara a cara” o “Salario para matar”).

El mensaje un tanto progresista de la película, en un momento en que la censura campaba por sus anchas en España, ya que describe una sociedad corrupta y autoritaria controlada por unos pocos y en la que los poderosos (autoridades políticas, representantes de la justicia, grandes comerciantes) explotan al pueblo llano al que no le queda más remedio que unirse para enfrentarse a la tiranía. En este sentido cobra gran importancia la figura del párroco (en un momento en que comenzaron a proliferar los llamados curas obreros como el padre Llanos) interpretado por el italiano Renzo Palmer que, tras asistir a la voladura de un negocio por negarse su dueño a ser extorsionado, implorará: “Hasta cuando Señor sufrirá tu pueblo la tiranía de sus enemigos” y que participará activamente en el tiroteo final, o la asamblea de los habitantes de la ciudad en la que deciden rebelarse y acabar con esa situación porque “nadie puede hacer nada por nosotros salvo nosotros mismos”.

La influencia de ciertos westerns y, en concreto, de “El Dorado” y “Río Bravo”, sobre todo en el personaje de Brandy pero también en algunas situaciones y escenas (aquí también hay una secuencia musical, menos afortunada que la de “Río Bravo”, que se desarrolla en la oficina del sheriff).

Por lo que respecta a los actores, Alex Nicol (actor norteamericano encasillado por lo general en roles negativos que rodó un buen puñado de western en España) hace un gran trabajo como Brandy, un hombre torturado por alguna desgracia del pasado que nunca conoceremos, lo que le ha llevado a intentar cicatrizar sus heridas con la bebida, pero que tendrá la suficiente dignidad como para asumir el cargo de sheriff, con el consecuente riesgo, y de liderar a sus vecinos contra la tiranía. Junto a él, un estupendo y siniestro Robert Hundar que aporta su amenazante físico a Moody, el matón contratado por los extorsionadores que se caracteriza por vestir de negro (incluso su caballo es de este color), un eficaz Antonio Casas como el honrado, apesadumbrado y desdichado sheriff, un correcto Jorge Rigaud en el papel de Beau el líder de los extorsionistas y Maite Blasco en el principal papel femenino que protagoniza la escasamente desarrollada historia de amor con Brandy. Quizás el único actor que desentona sea Luis Induni al que no le va en absoluto el papel de letal cow-boy.
En definitiva me ha parecido un dignísimo y bastante cuidado eurowestern que, a pesar de su inicio un poco lento, se ve con agrado pero que está muy alejado, tanto temática como estéticamente, de los típicos spaghettis.