Gringo (Duello nel Texas)
1963
España/Italia
Director: Ricardo Blasco
Reparto: Richard Harrison, Giacomo Rossi-Stuart, Mikaela, Sara Lezana, Daniel Martín, Rodolfo de Campo, Bernabe Barta Barri, Aldo Sambrell, Agustín González, Bruna Simionato, Angel Solano, Gonzalo Esquiroz, Tito Garcia, José Calvo, Alfonso Rojas, Xan Das Bolas, José Luis Chinchilla, Rafael Vaquero, Nathan D'Eagle, Telly Thomas
Guión: James Prindle, Albert Band, Ricardo Blasco
Fotografía: Massimo Dallamano
Música: Ennio Morricone
SINOPSIS: Richard, un joven estadounidense apodado Gringo por haber sido adoptado por una familia de mejicanos, regresa de este país, tras haber participado en el virulento proceso revolucionario, para encontrarse con que su padre adoptivo ha sido asesinado por tres individuos que además les han robado el oro que guardaban en su cabaña. A partir de ese momento se lanzará a investigar la identidad de los asesinos chocando con la incomprensión y la actitud racista del sheriff de la localidad. La película, resultado de mezclar dos géneros como el de suspense, con la investigación del asesinato por parte del protagonista, y el western, cuenta con un más que aceptable inicio, de ritmo trepidante, en el que a través de tres escenas sucesivas y bien montadas conocemos a la familia del protagonista para, a continuación, presentarnos a Gringo en plena Revolución acorralado y perseguido por el ejército mejicano, en una competente secuencia de acción lastrada, no obstante, por algunos pequeños defectos que afectan a la credibilidad de la misma, como las muertes excesivamente teatrales y los uniformes de los soldados mejicanos que no corresponden a la época, y, por último, asistimos al asesinato del padre del protagonista por tres individuos enmascarados, hecho que dará lugar a todo el drama posterior. Pero a partir de ese momento da la sensación de que los guionistas, entre los que se encuentran el propio director y Albert Band, guionista, director y productor estadounidense, aunque nacido en París, que participó como asistente de dirección de John Huston en “La jungla de asfalto” y adaptó al cine el clásico de Stephen Crane, también dirigida por Huston, “La roja insignia del valor”. Además de escribir varios libretos para spaghettis como “Las pistolas del norte de Texas” de 1965 que también dirigió y supuso el debut en este subgénero de Franco Nero, o “Los despiadados” de 1967 y “Un minuto para rezar, un segundo para morir” de 1968, se quedaron sin ideas. por lo que el western se desliza hacia caminos más trillados entre los que no pueden faltar las típicas persecuciones a caballo, por otra parte bastante bien rodadas, o las no menos tópicas pelea en el saloon e historia de amor.
Coproducción italo-española dirigida en 1963 por Ricardo Blasco, un cineasta de gran cultura (historiador, escritor, crítico) pero con escaso bagaje como director (había participado en la década anterior como ayudante de dirección en algunos éxitos del cine español como “Los ladrones somos gente honrada” o “¿Dónde vas Alfonso XII?”) que había finalizado el rodaje de “Las tres espadas del Zorro” e incidiría en este personaje tres años después en su último largometraje “El Zorro cabalga otra vez”. Nos encontramos, por tanto, con uno de los primeros westerns europeos filmados en España, westerns en cuya gestación y desarrollo cobraron gran importancia dos productores españoles: Eduardo Manzanos Brochero que, a través de su productora Copercines, rodó principalmente sus productos en los alrededores de Madrid y tuvo el acierto de encargar a la sociedad de decoradores Jaime Pérez Cubero-José Luis Galicia la construcción de un pueblo del oeste en Hoyo de Manzanares, el famoso Golden City, como decorado estable para las películas ambientadas en el Far-West; y José Gutiérrez Maesso, coproductor de este filme a través de su compañía Tecisa, que rodaría sobre todo en Almería (de hecho fue él quien daría a conocer al mundo las posibilidades de esta provincia andaluza como sustituta de los paisajes norteamericanas con la producción hispano-norteamericana “Tierra brutal” dirigida por Michael Carreras en 1961).
Para la ocasión, Maesso, que mantendría continuas disputas con Blasco en relación con la forma de abordar el filme, tan sólo se trasladaría a Almería, en concreto al desierto de Tabernes, para rodar algunos planos (de hecho esta película pasa por ser el primer spaghetti, entendido éste como un western rodado con capital italiano, filmado en esta provincia) mientras que el grueso del largometraje tuvo como escenario Madrid y sus alrededores, incluido el anteriormente citado Golden City. Además el filme se rodó en régimen de coproducción con la pequeña productora italiana Jolly Film de Arrigo Colombo y Giorgio Pappie, que se convertiría en fundamental para el desarrollo del western hecho en Europa al coproducir al año siguiente, junto a la aceptable y también comentada “Las pistolas no discuten”, el largometraje de Sergio Leone “Por un puñado de dólares”.
Uno de los aspectos más destacados del film es la cuidada planificación de las escenas y los acertados movimientos de cámara tanto en exteriores como en interiores, de cuyo resultado, supongo, no fue ajeno el director de fotografía Jack Dalmas, seudónimo de Massimo Dallamano. Otro nombre ilustre en el desarrollo del spaghetti al haber participado en las fundacionales “Por un puñado de dólares” y “La muerte tenía un precio”, además de haber dirigido, antes de morir prematuramente en un accidente, “Bandidos” (1967), para mí uno de los mejores euro-westerns, y competentes películas de suspense como “¿Qué habéis hecho con Solange?” (1972) y “Corrupción de menores” (1974). También me ha parecido interesante el hecho de que junto a la clara influencia del western serie b norteamericano (característica común para los filmes ambientados en el far-west realizados en Europa antes del boom leoniano ya que se inspiraron en éste) nos encontramos con ciertos elementos que anuncian algunas de las particularidades de lo que conocemos como el spaghetti-western. Así, por una parte y como solía ocurrir en los westerns estadounidenses, se da una mayor importancia a la historia amorosa (en este caso se trata de una relación interracial entre los hermanos adoptivos que recuerda vagamente a la protagonizada por Burt Lancaster y Audrey Hepburn en el filme de John Huston de 1960 “Los que no perdonan”), mientras que el héroe es un hombre recto que carece de la ambigüedad moral propia del antihéroe de los spaghettis y su forma de actuar se basa en “la búsqueda de la paz, la ley y el orden”, como él mismo señala, y no en la venganza o en el lucro personal como era habitual en los westerns rodados en Europa. Pero, por otra parte, nos encontramos con algunos elementos más propios de la forma de entender el lejano Oeste por los europeos como, por ejemplo, una mayor dosis de violencia; cierta visión crítica del Oeste al presentarnos una sociedad racista en la que la población anglosajona desprecia a los habitantes mejicanos, si bien este racismo está matizado al estar personalizado en unos pocos personajes como los hermanos Wilson y el sheriff Corbett (en este sentido son muy significativas la conversación entre Gringo y su hermana en la que ésta le comenta “El sheriff Corbett no se mueve tan aprisa como lo hacía Reilly, sobre todo si se trata de los mejicanos” y la escena en la que los hermanos Wilson humillan en el saloon a los mejicanos poniéndoles la zancadilla ante la pasividad del resto de los clientes); la localización de la historia en un pueblo fronterizo (caracterísrtica común con varios westerns preleonianos), hecho que se debió fundamentalmente a razones económicas ya que era más fácil hacer pasar a los extras por mejicanos que por yankees; algunos personajes como el del psicópata Zeke Wilson interpretado por Agustín González; o, incluso, la forma de rodar el duelo final con primerísimos planos de escasa duración de los rostros o de las manos y revólveres de los contendientes.
Por lo que respecta a la banda sonora, fue compuesta por otro hombre capital en el desarrollo del western europeo, Ennio Morricone, en esta ocasión bajo el seudónimo de Dan Savio. Lejos de sus más afamadas aportaciones, para este filme compuso unos temas muy variados de sonoridad clásica (recuerdan ligeramente a compositores como el gran Elmer Bernstein) entre los que sin duda destaca la pegadiza canción principal “A Gringo like me” interpretada por Peter Tevis. El aspecto más flojo de la película creo que lo constituye su elenco. Así en los tres papeles masculinos protagonistas nos encontramos con el inexpresivo Richard Harrison, uno de los escasos actores que se recicló con éxito del peplum al spaghetti y del que se dice recomendó a su amigo Clint Eastwood para el papel del hombre sin nombre de “Por un puñado de dólares”, que da vida a Gringo, el típico héroe sin mácula; como su antagonista, el sheriff Lance Corbett, el repeinado, envarado y mediocre Giacomo Rossi-Stuart, otro actor con experiencia en el género de sandalias y espadas al que se le pudo ver en algunos spaghettis como “Degüello” (primer western de Giussepe Vari de 1966), la estimable “Un ejército de cinco hombres” (1969), la poco recomendable “Tequila” (1971) o la aceptable “Les llamaban y les llaman dos sinvergüenzas” (1971) (las tres últimas cuentan con sus correspondientes reseñas); mientras que Manuel, el hermano mejicano de Gringo, está interpretado, bajo el seudónimo de Dan Martin, por otro habitual de este subgénero, el limitado actor murciano Daniel Martín, que me resultó el más entonado de los tres. Por lo que respecta a los principales papeles femeninos tenemos, en una operación parecida a la realizada con Paquita Rico en “Tierra brutal”, a la cantante Mikaela que como María Huertas, dueña del saloon, antiguo amor de Gringo y actual amante del sheriff con un secreto a guardar, demuestra que lo suyo no era el drama y a la que el director reserva la consabida y prescindible escena con canción; y a una jovencísima, tan sólo quince años, e inexperta Sara Lezana en el papel de Elisa, la hermanastra de Gringo. Menos mal que para compensar también aparecen algunos secundarios como el gran José Calvo en el rol de Francisco, un compañero de correrías revolucionarias de Gringo, y, en el año de su debut en el western, Aldo Sambrell en un papel sin línea de diálogo.
En definitiva un digno ejemplo de los primeros westerns que se rodaron en España, cuidado formalmente y muy bien orquestado pero que se ve lastrado por un guión sin demasiada imaginación y, sobre todo, por unos actores poco adecuados.
Holla Javier,
ResponderEliminarPeli interesante. No es lo que esperaba de un western spaghetti pero si, me gustó.
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Pedro Pereira
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