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KEOMA

KEOMA (Italia-Alemania 1976) DURACIÓN 92 min.
DIRECTOR Enzo G. Castellari
GUIÓN Enzo G. Castellari, Mino Roli, Nico Ducci
MÚSICA Maurizio De Angelis & Guido De Angelis
FOTOGRAFÍA Aiace Parolin
REPARTO Franco Nero, Woody Strode, William Berger, Olga Karlatos, Donald O´Brien, Giovanni Cianfriglia, Orso Maria Guerrini, Gabriella Giacobbe
PRODUCTORA Uranos Cinematografica
Keoma es un pistolero mitad indio mitad blanco que regresa a su pueblo natal, solo para ver que la peste está acabando con la población, y encima el poblado está dominado por la malvada banda de Caldwell. Este no permite que lleguen medicinas, y deja morir a los enfermos. Pero la sorpresa será mayor cuando vea que sus tres hermanastros forman parte del banda, así que tendrá que enfrentarse a todos, pero por suerte recibirá la ayuda de su padrasto y de un viejo amigo de color, que ahora ya solo es un pobre borracho.
Cuando ya el genero estaba muerto, allá por 1976, Castellari se decidió a hacer su mejor Spaghetti-Western. Para eso se unió a uno de los rostros más conocidos, el gran Franco Nero, y nos ofreció esta película de culto.
El personaje central es un semi-indio que debió de haber muerto cuando era un crío, pero el destino quiso que una mujer lo encontrará y se lo diera a un blanco, que siempre lo quiso y lo trató como a un verdadero hijo. Por desgracia la relación con sus tres hermanastros fue una verdadera condena, ya que estos siempre le odiaron. Y Keoma vuelve después de años vagando por el mundo, solo para ver que lo que era su hogar es ahora un infierno sucio y pestilente. Pero Keoma decide ayudar a una mujer embarazada, sin saberse muy bien por qué, quizás solo intenta salvar a ese niño que está a punto de nacer para también salvarse él, y ver que su vida ha valido para algo. Y es que este Keoma es un pistolero sin alma, triste y sin ningún motivo para sonreír. Quizás Keoma solo busca que el destino haga que se lo lleve de una vez por todas, ese destino tan extraño, quizás encarnado en una extraña vieja, a la que solo parece que ve Keoma.
Keoma, más allá de su apariencia casi evangélica (a Franco Nero lo descubre John Huston para su film sobre La Biblia), persevera en la tradición del tirador infalible abierta por los héroes también callados y mortíferos de Clint Eastwood, sólo que en su caso maneja con destreza el cuchillo (hay sangre india en sus venas) y se bate como un jabato en el cuerpo a cuerpo. Esto da pie a una exhuberancia en las escenas violentas en la que Castellari se recrea con la cámara lenta, evidenciando un patrón más próximo a Peckinpah que a Leone, del que apenas ha tomado prestados un puñado de primeros planos con los que no llega a saturar. La mano del director, mano excelente, se aprecia también en un buen pulso narrativo que alcanza su máxima expresión, como debe ser, en el clímax final, con un montaje paralelo que deja la acción en vacío para multiplicar los ecos trágicos de los gritos de la parturienta. En esta escena, el enfrentamiento de Keoma con los forajidos, la muerte del gran Strode y su apresamiento por parte de los hombres de Caldew. A continuación, la secuencia final de la película. Atado a una rueda, en una cuidada alegoría de crucifixión, Keoma es testigo de la muerte de su padrastro y el ascenso de sus hermanastros hacia el poder en el pueblo. Castellari acentúa los tintes de tragedia, aunque la música, en lugar de resaltar el dramatismo de las escenas, acabe convirtiéndose en un lastre. Finalmente Keoma escapa y sus hermanastros van tras él. El niño nace y la vieja bruja grita:"¡Keoma, el niño morirá!". La respuesta del extraño pistolero medio indio, mientras se aleja en su caballo, es como una sentencia: "¡No, será libre, y quien es libre nunca muere!". Gran final para una gran película.

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