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JOHNNY EL VENGADOR

 

Johnny el vengador (Quella sporca storia nel west)
1968
Italia
Director: Enzo G. Castellari
Reparto: Andrea Giordana, Gilbert Roland, Horst Frank, Ignazio Spalla, Francoise Prevost, Stefania Careddu, Gabriella Grimaldi, Ennio Girolami, Manuel Silvester Serrano, Franco Latini, Giorgio Sammartino, Janos Bartha, Franco Leo, Fabio Pajella, Ugo Aldinolfi, Claudio Trionfi
Guión: Tito Carpi, Francesco Scardamaglia, Enzo G. Castellari
Fotografía: Angelo Filppini
Música: Francesco De Masi, Alessandro Alessandroni, Audrey Nohra

Película dirigida en Enzo G. Castellari en 1968 basada en una idea de Sergio Corbucci que, por falta de tiempo, tuvo que abandonarla, por lo que nunca sabremos cuál hubiera sido el resultado si la llega a dirigir éste, pero lo cierto es que Castellari hizo con esta película uno de sus mejores spaghetti westerns (para mí sólo superado por “Keoma”) demostrando que cuando contaba con una buena historia y medios suficientes era un más que competente director.

Johnny Hamilton, tras dos años combatiendo en la Guerra de Secesión, regresa a su casa para encontrarse que su padre ha sido asesinado, según le cuentan, por un bandido mejicano que ya ha muerto, y su tío Claude (hermano de su padre) se ha casado con su madre y ahora controla el patrimonio familiar. Muy pronto sospechará que hay algo más detrás del asesinato de su padre y con su fiel Horacio (el hombre que le cuidó cuando era un niño) intentará descubrir quién fue el que realmente le mató.

El spaghetti me parece, junto con “Keoma”, el más ambicioso, complejo y logrado tanto desde el punto de vista formal como conceptual de los dirigidos por Castellari.

Desde el punto de vista conceptual porque el film adapta de forma libre a través de un guión en el que intervinieron, entre otros, el propio Castellari, Tito Carpi (habitual en los spaghettis de este director) y Bruno Corbucci, el “Hamlet” de William Shakespeare, captando, para mí, toda la esencia trágica, basada en la traición y la venganza, de la obra original. Así nos ofrecen un spaghetti más profundo de lo habitual pero sin renunciar a las características propias de este subgénero al contar con un ritmo trepidante, abundantes peleas que están estupendamente coreografiadas (sobre todo la parte inicial de la que mantiene Johnny con Ross y Guild en una especie de molino), numerosos tiroteos (gracias sobre todo a la creación del personaje de Santana, un bandido mejicano que, al considerarse traicionado, se enfrentará a Claude Hamilton) y las típicas cabalgadas (en este caso bien insertadas en la historia). Además, da la sensación de que no contentos con la complejidad de la adaptación de la obra, los guionistas quisieron dotar a la película de un fuerte simbolismo religioso, sobre todo en la impactante escena en la que, como ocurrirá en “Keoma”, crucifican al protagonista para que salvado por su doliente madre y tras vencer, por tanto, a la muerte consiga llevar a cabo su misión consistente en castigar a los traidores que asesinaron a su padre, terminando así con una situación injusta.

Desde el punto de vista formal porque junto a la notable adaptación de la obra de Shakespeare destaca la brillante labor en la dirección de Castellari que dota a la película de una inusual riqueza visual desde su primera escena en la que vemos, en una secuencia más propia del cine gótico y con un gran tratamiento del color, cómo se le aparece al héroe su padre para a continuación despertar y encontrarse rodeado de unos cómicos que le sirven para introducir el famoso monólogo de “Ser o no ser” (de esta forma, además de resolver de forma notable la escena, se hace alusión a la compañía de teatro que en la obra de Shakespeare tenía gran importancia). Incomprensiblemente este comienzo está cortado en la versión que se comercializó en España.

Otras secuencias realmente magníficas desde el punto de vista visual son las que se desarrollan en el cementerio situado en una cueva en las que, como ya había ocurrido en “7 winchesters para una masacre”, cobran gran importancia tanto el tratamiento del color como el juego de luces y sombras, dotando a la historia de una atmósfera surrealista que se ve acentuada además por un soberbio y complejo movimiento de cámara en vertical alrededor de la cara del protagonista que Castellari solucionó colocando la cámara en una rueda y haciéndola girar. Secuencias en las que además se luce Enzo Bulgarelli como responsable de los decorados y de la dirección artística, realmente magníficos.

A esta sensación de irrealidad también ayuda el que se escogiera a la Ciudad Encantada de Cuenca, con sus famosas formaciones rocosas en forma de hongos, para rodar gran parte de los exteriores. El paraje, además, está realmente bien fotografiada por Angelo Filippini que saca un gran partido a sus inquietantes prominencias.

El film cuenta, por otra parte, con una gran banda sonora, en la que intervinieron, entre otros, dos grandes compositores: Alessandro Alessandroni y Francesco de Massi, compuesta de abundantes y variados temas, incluidos fragmentos de La Misa Flamenca muy apropiados para las secuencias del cementerio.

Por lo que respecta a los actores, se escogió a Andrea Giordana (interprete al que todavía no había visto) para dar vida al vengativo Johnny y creo que está realmente acertado en un personaje bastante complejo. Horst Frank para mí vuelve a demostrar que fue uno de los mejores malos del spaghetti al dar vida al pérfido y maquiavélico Claude Hamilton (tío de Johnny, asesino de su padre y esposo de su madre). Gilbert Roland está perfecto en la piel de Horacio, fiel amigo de Johnny (fue uno de sus educadores) que se convertirá en su ángel de la guarda al salvarle siempre que se encuentra en una situación comprometida. El reparto se completa con Francoise Prevost como Gertrude, la sufrida madre de Johnny que se debate entre el amor que siente por Claudio y las crecientes sospechas sobre su conducta a partir de la llegada de su hijo, y con los correctos Ignazio Spalla como Guild (Guildenstern en la obra original) y Ennio Girolami en el papel de Ross (Rossencratz en la obra de Shakespeare), los hombres de confianza de Claude con los que pronto tendrá problemas Johnny. Quizás sea Gabriela Grimaldi en el papel de la desdichada Emily (Ofelia) la única que desentona con una actuación un tanto forzada.

En resumen un gran film con una factura técnica irreprochable que conjuga perfectamente el universo de Shakespeare con el mundo del spaghetti western y que demuestra el enorme talento visual de su director, por lo que creo es de visión obligatoria para todo buen aficionado.  (TEXTO 800 SW)

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