Plazo para morir (All'ombra di una colt)
1965
España/Italia
Director: Giovanni Grimaldi
Guión: ldo Barni, Aldo Luxardo, Giovanni Grimaldi, Maria del Carmen Martinez Roman
Fotografía: Stelvio Massi, Julio Ortas
Música: Nico Fidenco
Reparto:
Stephen Forsyth, Aldo Sambrell, Conrado San Martín, Anna Maria Polani, Helga Line, Franco Ressel, Graham Sooty, José Calvo, Javier de Rivera, Andrea Scotti, Rafael Albaicín, Hugo Blanco, Xan das Bolas, Gino Cassani, Alvaro de Luna, Tito García, Sancho Gracia, Franco Lantieri, José Marco, Hugo Ricardo.
Coproducción hispano-italiana bastante irregular dirigida en 1965 por Giovanni Grimaldi, guionista y director ocasional especializado en comedias (dirigió en varios films a los inefables Franco Franchi y Ciccio Ingrassia) que desarrolla un tema, el de la condición trágica del pistolero y sus dificultades para redimirse, tratado por el western clásico norteamericano en infinidad de ocasiones (en la película se dejan ver las huellas de films como “Horizontes lejanos”, “El pistolero” o “Raíces profundas”) y que tratarían, entre otros, en este subgénero, para mí, con más acierto Rafael Romero Marchent en su más que estimable “Ocaso de un pistolero” rodada ese mismo año y Alfonso Balcázar con la notable “Clint el Solitario” de 1967.
Duke y Steve son dos pistoleros. Este último está cansado y desea abandonar esa vida casándose con Susan, la hija del primero, a pesar de la oposición del padre que le advierte de que le mataría si se casa con ella. No obstante Steve, aprovechando que Duke queda malherido en un enfrentamiento con unos bandoleros mejicanos, decide llevar a cabo sus planes. Pero abandonar esa vida es más difícil de los que Steve pensaba, máxime al instalarse en un pueblo, Providence, controlado por un grupo de facinerosos, a cuyo frente se encuentran Jackson y Buck, que se han ido adueñando de todos los comercios y ranchos de la zona.
Uno de los aspectos destacados del film, que te predisponen a favor del mismo, son los títulos de crédito a base de dibujos mientras se escucha un acertado tema recitado que nos introduce en el tema principal de la película, al señalar que: “Ansias tengo de sentir entre mis manos la cálida madera del arado, del rubio trigo la punzante espiga y las mejillas de la esposa amada. Mas no puedo que debo matar”. El nivel se mantiene bastante alto tanto con la primera escena, caracterizada por su naturalidad, con los dos pistoleros a caballo mientras Steve rebela sus planes a Duke y éste le advierte de la práctica imposibilidad de llevarlos a cabo ya que su vida está ligada a un revólver y siempre habrá un pistolero que quiera hacerse famoso matándolos; como con el posterior enfrentamiento, que recuerda en cierta forma a “Los siete magníficos”, de los dos pistoleros con unos bandoleros mejicanos que tenían sometido a los habitantes de un pueblo.
Pero a partir de ese momento la película se hace cada vez más aburrida debido a un guión obra, entre otros, del propio director incapaz de desarrollar los aspectos más dramáticos de la historia y en el que se intenta dar importancia a las escenas más intimistas que, sin embargo, quedan bastante ridículas y falsas. A ello hay que añadir una labor poco inspirada y bastante desacertada tras la cámara del director en esta parte central, que contrasta con el magnífico desenlace de la película con un duelo, un tiroteo y un enfrentamiento final entre los dos antiguos camaradas realmente buenos, en los que destacan un sobresaliente montaje y una acertadísima planificación de las escenas con bellísimos planos y encuadres hasta el punto de que parecen realizados por otro equipo, aunque en su debe hay que señalar que recurren en alguna ocasión a la cámara rápida.
Junto a los créditos y al gran final destaca como elemento positivo la banda sonora compuesta por Nico Fidenco que cuenta con un buen tema principal de inspiración clásica (el inicio me recordó a la canción de los títulos de crédito compuesta por George Dunning para el western de Delmer Daves “El tren de la 3:10”). La única pega, para mí, es que se repite en exceso.
La irregularidad de la película se repite en el casting; así Steve está encarnado por el actor canadiense Stephen Forsyth que tan sólo intervino en diez films, hecho que no me extraña porque es uno de los peores protagonistas que he visto en un spaghetti y se muestra incapaz de transmitir la más mínima emoción a un personaje, en principio, bastante interesante. Por el contrario nos encontramos con un gran Conrado San Martin como Duke, un pistolero que se rige por un estricto código del honor en el que la palabra dada es ley. Lástima que su personaje desaparezca durante buena parte del metraje porque la película gana mucho cuando está presente. El personaje de la anodina Susan está interpretado por Anna María Polani, actriz también de carrera muy corta a la que no conocía, que pasa totalmente desapercibida.
En roles negativos aparecen una desaprovechada Helga Liné (mujer de turbadora belleza) en un tópico papel de ambiciosa vampiresa (incluso es francesa), antigua amante de Duke pero enamorada de Steve, al que traicionará por despecho aliándose con Jackson; Franco Ressel como un caricaturesco Jackson que caerá rendido ante la belleza de Helga Liné y protagonizará junto a ella alguna escena verdaderamente ridícula; y Franco Pesce que nada puede hacer ante un personaje, el del Buck socio del anterior, que se caracteriza por tener paralizada la mano derecha y resulta bastante grotesco. Junto a ellos algunas caras conocidas de este subgénero como un convincente José Calvo que aporta su mirada y gestos cansados al personaje del honrado sheriff, aunque se ve impotente para frenar las tropelías de Jackson y Buck, un joven Sancho Gracia que pagará muy cara su osadía de enfrentarse a Steve (un experimentado pistolero que parece tener ojos en la espalda) o el recientemente fallecido Aldo Sambrell en su típico papel de bandolero mejicano que recuerda vagamente a Calvera.
En definitiva un spaghetti del montón fuertemente influido por el western norteamericano (incluso se rinde homenaje a la escena inicial de “Centauros del desierto”), bastante soso en su parte central pero con un gran final. (TEXTO 800SW)
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