Balada para un pistolero (Ballata per un pistolero )
1967
Italia/Alemania
Director: Alfio Caltabiano
Reparto: Dragomir Bojanic, Angelo Infanti, Mario Novelli, Alfio Caltabiano, Dante Maggio , Monica Teuber, Ivan Scratuglia, Lanfranco Ceccarelli, Pietro Ceccarelli, Hermann Nelson, Ellen Schwiers, Fernando Sanchez Polack, Giovanni Cianfriglia, Nicola Balini
Guión: Alfio Caltabiano, Ernest R. von Theumer
Fotografía: Guglielmo Mancori
Música: Marcello Giombini
Coproducción italo-alemana de 1967 rodada en la antigua Yugoslavia, que supuso el debut tras la cámara de Alfio Catalbiano, un reputado especialista (llegó a doblar a Charlton Heston en el clásico de William Wyler rodado en los Estudios de Cinecittá en 1959 “Ben-Hur”) y actor secundario (inició su andadura, gracias a su espectacular físico, en el género de sandalias y espadas con títulos como “El Coloso de Rodas”, “Barrabás” o un par de aventuras del musculoso Maciste, para participar a partir de mediados de los sesenta en varios spaghettis entre los que destacan los crepusculares “California” y “Keoma”) con escasas incursiones como director y guionista, tan sólo siete títulos de los cuales tres se desarrollaban en el lejano Oeste aunque los dos últimos con un marcado carácter cómico.
SINOPSIS: “El Bedoja”, un sanguinario bandolero, decide con los hombres de Chinchi, su hermano, dar un último golpe asaltando el banco de Allentown con el objetivo de retirarse de su vida de delincuencia. Pero desconoce que dos hombres, un veterano pistolero llamado Rocco y un joven cazador de recompensas de nombre Hud, le siguen los pasos por diferentes motivos y de forma separada, aunque al final decidirán unir sus esfuerzos para acabar con él.
De la sinopsis de la película, con un viejo pistolero y un joven cazador de recompensas en busca de un forajido por razones diferentes, la venganza en el caso del primero y el dinero en el segundo, que terminarán por aliarse, se puede deducir que estamos ante otro spaghetti que imita descaradamente uno de los títulos fundamentales de este subgénero: “La muerte tenía un precio”, del que incluso toma prestadas situaciones como el asalto al banco más seguro del estado o el encuentro entre los dos pistoleros en el que ambos muestran sus habilidades con el revólver (en la película de Leone disparándose a sus sombreros y en ésta haciendo blanco en una lámpara). Pero, a diferencia de tanta película deudora del mítico título e incluso del propio filme de Leone que no se cuestionaban desde el punto de vista ético la actuación de los cazadores de recompensas e, incluso, su propia esencia, el largometraje que nos ocupa se caracteriza por el posicionamiento moral del director-guionista en relación con esta figura que es rechazada por llevar consigo la muerte; así son muy significativas la escena en la que Hud afirma “yo comercio con cadáveres” frente a la mirada reprobatoria de Rocco o aquella en la que éste deja claro al sheriff que él no es un cazador de recompensas y no quiere el dinero ofrecido por los pistoleros que acaba de matar, mientras que Hud reafirma su condición y exige la totalidad del dinero. Catalbiano nos presenta, por tanto, a la figura del cazador de recompensas como un ser amoral que se diferencia muy poco de los pistoleros a los que da muerte y que, como resalta en la escena final, incluso supone una deshonra para su familia.
Por otra parte, las convicciones religiosas están muy presentes en el posicionamiento ético del director, hecho que se pone de manifiesto en diversas escenas a través de las actitudes de los personajes. Así en una de las mejores secuencias del filme Rocco se quita el sombrero ante los muertos causados por el ataque al banco mientras el sacerdote recita unas frases en lo que es un claro símbolo de reverencia a Dios, y en otra “El Bedoja” antes de asesinar al presidente del banco le dice: “El paraíso es para los pobres, ya puedes entrar”; además a lo largo de la película se insiste en que la violencia sólo engendra violencia y en la canción del final en una sus estrofas se escucha: “Dice el Señor: no llores por los que cayeron muertos, sino por aquellos que los mataron, porque ellos perderán su vida eternamente”.
Curiosamente en “Requiescant” (spaghetti que cuenta con su oportuna reseña), que fue el siguiente proyecto del productor y coguionista de esta película Ernest R. von Theumer, el elemento religioso tendría un peso aún mayor.
Por otra parte, si por la temática, a pesar del diferente posicionamiento del director, se puede considerar este largometraje deudor del gran filme de Leone, la estructura y el desarrollo de la historia por parte de Catalbiano, a través de una doble relación masculina maestro-discípulo e incluso padre-hijo, parece anticiparse a dos de los grandes spaghettis que se rodaron ese mismo año “De hombre a hombre” y “El día de la ira”. Así nos vamos a encontrar por una parte con la pareja formada por Rocco y Hud y por otra a la formada por El Bedoja y su hermano menor Chinchi, parejas que serán presentadas en el inicio de la película de forma consecutiva a través del asalto a la diligencia y de su encuentro en un saloon, en las que pesa sobremanera una persona ausente (en el caso de la primera el hermano encarcelado y el padre asesinado de Hud, mientras que en la de los bandoleros su madre fallecida a la que se alude en diversas escenas) y en las que el veterano, lógicamente un individuo más reflexivo, ejercerá una influencia decisiva sobre el joven, personaje más impulsivo, aunque con resultados diferentes, redentora en el caso de Hud y funesta para Chinchi.
Lástima que a la hora de plasmar en imágenes tan sugerentes propuestas el director no esté a la altura, llevando a cabo un trabajo efectista y excesivamente deudor de las propuestas “leonianas” pero careciendo no sólo, como es lógico, de la genialidad del director romano sino también de su talento y oficio. Así alternará grandes escenas, como la preparatoria del asalto al banco o el doble enfrentamiento final que cuenta con una gran planificación y una fuerte carga dramática, con otras excesivamente amaneradas, como la del asalto a la diligencia, o directamente fallidas, como la larga, pesada y aburrida pelea en un saloon cuyo carácter cómico, además, desentona con el tono grave e, incluso, fatalista del resto del largometraje. Además de chocar el fondo del filme, que cuestiona el uso de la violencia, con la aparente fascinación por la misma por parte del director que se recrea en algunas escenas y parece tener predilección por las armas blancas (incluso hay una secuencia en el que el protagonista, como le ocurría a Sterling Hayden en el western del injustamente olvidado Joseph H. Lewis “Terror en Texas Town”, utiliza un arpón para acabar con uno de los bandidos).
Por lo que respecta a la banda sonora compuesta por Marcello Giombini cuenta con un gran tema principal que se repite en diversas versiones, incluida una de marcado carácter “morriconiana” y otra, al final del filme, cantada por Peppino Glagiardi, además de ajustados temas incidentales. Curiosamente el más flojo para mí es el que acompaña a los títulos de crédito que me pareció demasiado revolucionado y con un sonido a charanga.
Por último respecto a los intérpretes, se contó con el activo del actor yugoslavo Anthony Ghidra, en realidad Dragomir Bojanic, que está perfecto como el lacónico Rocco. La verdad es que es un actor que me gusta mucho y que en las películas en las que le he visto (además de ésta, “El último pistolero”, en el que volvía a interpretar a un mentor de un pistolero más joven, y “Un agujero en la frente”, ambas comentadas en este blog) supo dotar de una mayor hondura a sus personajes creando un tipo de pistolero caracterizado por un halo de melancolía y cansancio existencial. Por el contrario como Hud, en un para mí claro error de casting, nos encontramos con Angelo Infanti que intenta, sin conseguirlo, aportar dureza a su personaje. El director, bajo el seudónimo de Al Northon, se reservó el papel, a priori bastante interesante, de “El Bedoja” un bandido caracterizado por su amoralidad, su sadismo (en la escena de su presentación mata a un individuo acuchillándolo porque no tiene dinero para pagar por su vida, mientras que a otro que le paga no duda en dispararle por la espalda) y deslealtad con sus hombres (pretende repartirse todo el botín con su hermano); personaje que por momentos remite a algunos del cine negro ya que sueña con dar el golpe definitivo con el que retirarse y que, al mismo tiempo, muestra una sincera preocupación por su hermano, intentando en todo momento cumplir la promesa que le hizo a su madre consistente en cuidar de él. Por lo que es una lástima que Alfio Catalbiano parezca preocuparse más por hacer posturitas con su wínchester a lo Gian Maria Volonte en “Por un puñado de dólares” que por interpretar a tan sugerente personaje. Por último el papel de Chinchi está interpretado por Mario Novelli, que tan sólo está correcto.
En definitiva, una atractiva propuesta no del todo lograda, fundamentalmente por el escaso presupuesto con el que se contó, que, no obstante, creo no defraudará a los aficionados a este subgénero
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